ATROFIA PROGRESIVA DE RETINA

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La atrofia progresiva de retina (APR) es una enfermedad hereditaria en los perros. Afecta a la retina, la parte trasera del ojo encargada de recibir la señal luminosa y transmitirla al cerebro. La retina está formada por muchas capas, y en una de ellas se sitúan unas neuronas especiales, los fotoreceptores,  llamadas conos y bastones, cuya función principal es la de captar la señal luminosa. Al morir los fotoreceptores, la retina pierde la función para captar esta señal y el cerebro no recibe información para dar lugar al fenómeno de la visión.

Esta condición ocurre en los dos ojos de forma simultánea y no es dolorosa. Suele comenzar a los 2 años de edad y agravarse cuando el animal alcanza los 7-8 años. Al ser difícil de detectar, en la mayoría de ocasiones el propietario acude a la consulta cuando la enfermedad está ya avanzada. Algunas de las razas que están predispuestas a sufrir esta enfermedad son  el Caniche, Yorkshire Terrier, Cocker, Labrador, Golden Retriever y el Bichon Maltés.

¿Qué signos puedo observar?

Los propietarios suelen notar que su animal ve menos por la noche y que se ha vuelto torpe, ya que, por ejemplo,  se choca con las sillas y otros muebles de casa; o se queda parado delante de unas escaleras cuando está oscuro. Esto es debido a que en las primeras fases de la enfermedad, los fotoreceptores que mueren son los bastones, los responsables de “la visión nocturna”. Todo el oxígeno que llega a la retina no podrá ser utilizado, ya que no hay tanta demanda al haber muerto estos fotoreceptores. Este exceso de oxígeno es tóxico, y provocará un daño oxidativo a la retina dañando el resto de fotoreceptores (conos). Además, el daño oxidativo se extenderá al cristalino, la lente del ojo, produciendo una “catarata tóxica” que evoluciona rápidamente en estadios finales de la enfermedad.

¿Cuál es el tratamiento?

Desgraciadamente no existe tratamiento curativo para esta enfermedad, pero podemos ayudar con agentes antioxidantes y vitaminas para enlentecer su progresión. Es importante acudir a vuestro veterinario lo antes posible y realizar revisiones periódicas en animales jóvenes y con predisposición racial.

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