El derrame pericárdico en el perro. ¿Qué es?

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El pericardio es una fina membrana que cubre el corazón y el comienzo de los grandes vasos. Normalmente contiene pequeñas cantidades de líquido claro y seroso cuya función es reducir la fricción durante la contracción. El derrame pericárdico se define como una acumulación anormal de líquido en el saco pericárdico. La gravedad de las alteraciones circulatorias está determinada principalmente por la presión intrapericardica y no tanto del volumen del líquido pericardico. Aumentos graduales de la presión intrapericardica dan origen a signos de bajo gasto cardiaco asociados a signos clínicos de congestión venosa sistémica como ascitis y derrame pleural. Aumentos rápidos de derrame pericardico, incluso para bajos volúmenes, dan origen a grave alteración hemodinámica con presencia de shock cardiogénico. A medida que aumenta la presión intrapericardica inicialmente se colapsa el atrio derecho seguido por el ventrículo derecho.

Imagen ecocardiografica de un perro con derrame pericardico y taponamiento cardiaco. La imagen de la izquierda es sistólica, se aprecia el saco pericardico distendido con líquido anecoica (P). El atrio derecho (AD) se presenta distendido (flechas). La imagen de la derecha, diastólica, demuestra el taponamiento de la aurícula derecha (flechas) cuya pared libre colapsa bajo la presión pericardica. La pericardiocentesis se realiza hasta resolución del taponamiento. VI: ventrículo izquierdo. AI: atrio izquierdo; VD: ventrículo derecho; AD: atrio derecho; P: pericardio.

En el examen clínico estos pacientes pueden presentar debilidad, sincopes en la anamnesis, puede detectarse pulso femoral paradójico (se reduce la intensidad del pulso en correspondencia de la respiración), los sonidos cardiacos son atenuados, sobretodo en razas grandes, y es frecuente ver taquicardia sinusal refleja por reducción del gasto cardiaco. Muchos pacientes con ascitis presentan distensión de venas yugulares.

Las patologías del pericardio pueden ser congénitas o adquiridas. Entre las congénitas encontramos la agenesia del pericardio que no tiene significado clínico y es un hallazgo postmortem o la hernia peritoneo pericardio diafragmática que puede llegar a dificultar el llenado cardiaco. Las causas adquiridas más frecuentes son las neoplasias de base cardiaca, el derrame idiopático, la ruptura de atrio izquierdo en perros con enfermedad mitral crónica, la pericarditis séptica y constrictiva; también la intoxicación con rodenticidas puede causar coagulopatías con hemopericardio. Las más representadas son las neoplasias de base cardiaca. Los dos tumores más comunes en perros son el hemangiosarcoma y los tumores del cuerpo aórtico (quemodectoma), seguidos por el mesotelioma. El pronóstico depende del tipo de tumor. Los hemangiosarcomas tienen una biología mucho más agresiva, que los tumores aórticos o los mesoteliomas, y es probable que ocasionen metástasis o sea expresión de ellas. El derrame pericardico hemorrágico idiopático es el segundo tipo de efusión más frecuente después de la neoplasias. El diagnóstico se realiza por exclusión, después de un detallado examen ecocardiográfico para descartar neoplasias cardiacas y otras posibles causas de acumulación de líquido intrapericárdico. Este trastorno es común en perros de razas grandes o gigantes, y se piensa que es un trastorno inflamatorio que afecta al saco pericárdico. Las rupturas atriales en el perro se producen como  consecuencia del aumento de presión en el atrio. La pericarditis constrictiva ejerce una presión mecánica sobre el corazón limitando el llenado diastólico.

La ecocardiografía es la herramienta de elección para el diagnostico. Permite la  valoración del taponamiento, la localización de la lesión primaria si esto es posible (tumor en atrio derecho, base aortica, endocardiosis mitral grave) y permite dirigir el tratamiento paliativo (pericardiocentesis) para aliviar los signos y la toma de muestra para citología.

La pericardiocentesis resulta curativa en algunos casos de pericarditis idiopática, si se requieren múltiples punciones, como en el caso de las neoplasias o las pericarditis exudativas y restrictivas se recomienda la pericardiectomía y por lo general es efectiva.  La pericardiectomía simple está contraindicada según algunos autores si hay hemangiosarcoma por el riesgo de hemorragia torácica y se recomienda también un abordaje a la lesión primaria si posible. Sin embrago en pacientes con tumores del cuerpo aórtico o mesoteliomas, tumores que provocan derrames de manera más lenta la pericardiectomía es paliativa permitiendo que el líquido se absorba a través de la superficie pleural sin causar signos clínicos.

La pericardiectomía puede realizarse mediante cirugía convencional, con abordaje transcostal, o con cirugía mininamente invasiva, mediante toracoscopia.

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